Nos pierden los postres
Me gustaría viajar atrás en el tiempo y presenciar el momento en el que probé por primera vez el chocolate. Si pudiera le diría a mi yo niño: “espera un poco, no comas ese trozo de chocolate todavía, que dentro de 30 años te arrepentirás”. No culpo a mis padres de mi afición al dulce, porque sé que era un niño bastante caprichoso. Por suerte, con los años cambié en muchas cosas, sobre todo en las actitudes egoístas, pero con respecto al dulce no he logrado cambiar tanto…
Y para el colmo me he juntado con una mujer a la que también le gustan los postres. Tenemos suerte de que es nuestra única ‘perdición alimenticia’. No nos va la comida basura ni los precocinados, ni cosas así. Preferimos unas buenas lentejas a una hamburguesa, pero cuando llega el postre…
En el supermercado se nos nubla la mente cuando llegamos a la zona de los refrigerados. Si vemos que ha salido un nuevo flan de huevo, “al carrito”; que tal o cual marca ha decidido sacar un yogur homenaje a sus no sé cuántos años de historia, “al carrito”. Y así con todo.
Es verdad que últimamente hemos dejado de lado el chocolate. No sé si a vosotros os pasará, pero si no tengo en casa esta clase de cosas, no las como. Así de simple. Por eso nos planteamos dejar de llevar chocolate a casa y ha funcionado bastante bien. Sin embargo, con los postres es diferente, todavía no hemos dado ese paso de dejarlos o cambiarlos por fruta o algo así. Tengo que decir que yo soy un gran consumidor de fruta pero no me gusta nada tomarla después de comer, la prefiero en el desayuno o en la cena que como postre.
¿Y la repostería? Tampoco somos grandes cocineros. Somos bastante hábiles con los cocidos, con los pescados, etc. pero no nos da por la repostería a pesar de nuestra debilidad. Eso es una suerte, porque si no en vez de comprar el flan de huevo en el supermercado lo haríamos nosotros y, seguramente, comeríamos el doble de cantidad…
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