Una oferta irrechazable 

Nunca hemos tenido prisa por crecer. Al contrario de lo que percibimos en otros colegas emprendedores, nosotros no montamos nuestro negocio pensando ya en la segunda sucursal antes de abrir la primera. Tal vez porque nosotros no entendemos el emprendimiento como una forma de enriquecerse, sino como una manera de sacar a flote un proyecto personal… y no morir en el intento. 

Venimos de una tradición de reposteros que siempre ha tratado de poner cariño a todas sus creaciones. Y esa fue la base de nuestro proyecto de heladería. Antes de que fuéramos invadidos por decenas de heladerías italianas y helados de yogur, nosotros quisimos apostar por recuperar nuestras tradiciones: llevar la cultura heladera del Mediterráneo al norte de España. Y gracias a nuestra apuesta por mezclar sabores clásicos con otros nuevos, siempre incluyendo una gran cantidad de ‘tropezones’ en nuestros helados, nuestro proyecto empezó a funcionar.

Pero cuando vimos la posibilidad de crear una segunda heladería nos lo pensamos dos veces. Fue en ese momento cuando recibimos la primera oferta para convertirnos en distribuidor de helados a otros locales del entorno. En un principio, la oferta no conllevaba que pudiésemos certificar que el helado que se vendía en otros locales era nuestro y por eso lo rechazamos.

Así pues, seguimos adelante centrándonos en nuestro local y nuestros productos antes de querer crecer más. Pero un año más tarde, la oferta se mejoró y si se empezó a hablar de que nuestra marca estaría visible en los lugares a los que distribuyéramos. Eso nos pareció más adecuado a nuestro estilo y lo empezamos a valorar. Ser distribuidor de helados suponía ampliar el negocio y contratar más personal lo que era todo un reto ya que hasta ese momento lo habíamos dejado todo en familia.

Lo pensamos bien porque era un paso importante, pero finalmente decidimos aceptar ya que nuestra marca estaría siempre presente y nuestro modo de elaborar los helados se mantendría, incluyendo el secreto de las recetas más importantes, algo para nosotros imprescindible para mantener el espíritu inicial con el que arrancamos el proyecto.