Fascinado por las botellas de mi padre

Yo siempre me sentaba a la derecha de mi padre en la mesa de la cocina. Me ponía allí porque me gustaba estar al lado de él pero también porque quedaba un espacio vacío donde podía poner una revista o alguna cosa para leer. No sé en qué momento me aficioné a leer en la mesa, pero todavía lo sigo haciendo. Dicen que es una mala costumbre, pero es una de las cosas que más me gusta, así que…

Pero cuando no tenía nada que leer, tal era mi afición, que echaba mano de las etiquetas botellas vino de mi padre. Siempre le gustó el buen vino (como a casi cualquiera, ¿no?). Tampoco era de gastarse medio sueldo en botellas, pero trataba de tener siempre disponible un par de buenos caldos para ocasiones especiales.

Recuerdo ir con él siendo todavía muy pequeño a comprar vino a tiendas especializadas o a las vinotecas de los grandes almacenes. En aquellos espacios, con menos luz de lo habitual, con hombres paseando y tomándoselo con calma, y todos con cara muy seria analizando las etiquetas botellas vino como yo hacía a la hora de comer. Claro que ellos sabían más que yo, pero pronto, mucho antes de probar el vino por primera vez ya sabía el nombre de un montón de tipos de uvas y de las denominaciones de origen más importantes de España. Me hice un experto en vino mucho antes de tener edad para degustarlo.

Curiosamente, cuando empecé a tomar alcohol no mostré gran interés por el vino en un primer momento. Prefería la cerveza, por ejemplo. Fueron muchos años más tarde cuando entendí la fascinación de mi padre por el vino que estaba relacionada con la mesa: beber vino a la hora de comer.

A día de hoy me sigue interesando el vino y ahora soy yo el que se para en las vinotecas a mirar las etiquetas.  Eso sí, como mi padre, no bebo vino si no es para comer: yo también disfruto el doble si tengo un buen vino para regar la comida. Y todavía sigo entreteniéndome leyendo las etiquetas mientras como…