Las terrazas, más allá de una moda

La pandemia hizo que las terrazas alcanzaran su punto más alto de demanda. Incluso los bares de pueblo más pequeños acabaron con una terraza, algunas improvisadas y con las autoridades haciendo la vista gorda, para que todo el mundo pudiera tomar algo al aire libre, de manera segura, en los peores momentos de la misma. Los separadores terrazas hosteleria se ignoraban y las mesas pasaron a ocupar, en muchos sitios, el espacio antes reservado a los peatones.

Ni siquiera la prohibición de fumar en las terrazas sirvió para disuadir a la gente. Si se creía que las terrazas sobrevivían por los fumadores, se descubrió que no era así y que aunque igualmente tuvieran que alejarse del establecimiento para poder “echar un cigarrito”, los clientes preferían sentarse fuera a hacerlo dentro.

Por suerte, la pandemia ya ha pasado pero las terrazas parece que son algo más que una moda. Muchas personas han descubierto que es posible tomar un café en la calle incluso en invierno y no quieren renunciar a ese placer. Aunque ahora las terrazas estén volviendo a sus espacios acotados, al menos en la mayor parte de los lugares, siguen teniendo una demanda muy alta y muchos ayuntamientos buscan la mejor manera de compaginar el negocio de sus vecinos y el placer de los clientes de estos establecimientos, con otras necesidades como las de poder pasear por la calle o garantizar el paso de los vehículos de seguridad.

Quizás la solución pase por cambiar ligeramente la imagen de muchas ciudades y, sobre todo, de muchas plazas en las que se ha reservado ya un lugar para estas mesas al lado de otras áreas en las que los niños juegan o la gente pasea. O de aceras que antes eran de uso exclusivo para peatones y que ahora se comparten con alguna mesa. Pero, sobre todo, la solución pasa por el equilibrio y el sentido común.

Muchos opinan que poco a poco, todo volverá a su lugar. A fin de cuentas, tener más mesas es también más trabajo para los locales de hostelería y este sector está sufriendo una necesaria revolución laboral. Los camareros comienzan a exigir horarios normales, buenos salarios y pagos y descansos según convenio. Y muchos propietarios de pequeños negocios se plantean que, tal vez, les compense tener menos mesas y atender ellos mismos su negocio o tener menos empleados.